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De R a R. ENTREVISTA A MANUEL MOLERO (CS LA CANDELARIA)


Hola soy Julia Castillo Montaño, residente de primer año de medicina familiar y comunitaria del centro de salud de la Candelaria, que pertenece al área de Virgen del Rocío.

¡Primero en mi corta experiencia personal, decir que estoy súper contenta con mi elección, que cada día disfruto más en el trabajo, que hay momentos duros, que hay que esforzarse mucho, pero que merece mucho la pena!

Yo no estaba segura de la elección de la plaza y tampoco del centro de salud que posteriormente elegí, pero ahora no lo cambiaría por nada. Tengo la suerte de haber elegido un centro con increíbles docentes, rotatorios, herramientas y residentes mayores que hacen que cada día sea divertido ir a trabajar.

Es por eso que he decidido entrevistar a uno de mis residentes mayores, Manuel Jesús Molero del Río, para que a punto de acabar su residencia nos cuente un poquito más.

Hablando con Manuel me contó que eligió medicina porque su padre y su tío eran médicos, era algo que él había vivido muy de cerca y siempre le llamó mucho la atención. Aunque estudió en Córdoba, etapa de la que guarda magníficos recuerdos, decidió elegir su plaza en Sevilla porque creía que tocaba cambiar de aires y porque le habían hablado muy bien del Virgen del Rocío, y sin duda dice que tomó una buena decisión.

Él no tenía claro que familia fuera lo suyo desde un primer momento, pero sí que no dudaba en que quería una especialidad médica amplia que le permitiese mantener contacto continuo con el paciente y que le permitiese conocer diversas patologías. Después de estos cuatro años de residencia me cuenta que no volvería atrás, que se alegra de ser médico de familia y que es feliz en su trabajo.

Queriendo indagar un poco en lo bueno y lo malo de la especialidad, me comenta que el lado negativo es que por desgracia las condiciones laborales no son lo buenas que deberían. Dice que ve demasiados pacientes en muy pocos minutos y eso no le permite poder dedicarles, a veces, todo el tiempo que le gustaría. Pero es mucho mayor el lado positivo, en el que dice sentirse orgulloso de poder ayudar a sus pacientes en todos los problemas que se les presentan a lo largo de sus vidas.

Manuel además ha tenido la suerte de trabajar en dos centros de salud que podemos definir como la noche y el día en cuanto a atención poblacional se refiere.

En su año en el porvenir me comenta, aprendió mucho de su tutor, al cual le agradece mucho el haberle formado con tanto empeño. Y dice haber aprendido a trabajar con pacientes que generalmente eran de trato muy fácil.

Pero ahora que se ha convertido en un médico de la candelaria, no duda en que a pesar de ser totalmente diferente el nivel socioeconómico de la población a la que atendemos, el trabajo es más gratificante si cabe. Él me cuenta que aquí nuestro trabajo tiene un gran impacto, que los pacientes nos necesitan, pero nos necesitan de verdad. Que nos respetan, nos escuchan y nos agradecen de corazón lo que hacemos por ellos.

Y la verdad que así es, que te sientes bien cuando gente que de verdad lo necesita te da las gracias por preocuparte por ellos y por ayudarles en todo lo que te es posible.

Manuel me dice que se lleva de la residencia todos los compañeros y buenos amigos que ha hecho.

Y es que es verdad que durante la residencia y en especial en mi centro, son muchos los lazos que se crean y el vínculo es fortísimo.

Aquí no se trata de pasar cada uno una consulta con puertas cerradas. En la candelaria todos los médicos son un equipo y están encantados de acoger a los residentes para enseñarnos todo lo que han aprendido tras años de profesión, hay muchísimos programas por los que rotamos y ¡son geniales!

Y por no hablar de la ayuda entre residentes. Con mis tres residentes Manuel, Jose y Ampi he hecho muchísimas infiltraciones, ecografías, he visto casos curiosos, domicilios… porque siempre cuentas con nosotros y no dudan en llamarnos, explicarnos todo lo que van aprendiendo y animarnos a ¡echar mano a todo lo que entre por la puerta! “Hay que tener actitud” son las palabras que ellos tres siempre nos dicen a los pequeños, y ellos nos ayudan a tenerla día tras día en el centro.

Por último y como ya yo acabo de decir Manuel anima a futuros residentes a que hagan familia y a que trabajen duro desde el primer día. Dice que debemos implicarnos, estudiar, ir a congresos, hacer piña con el resto de residentes, vivirlo como nuestros mejores años y luchar por mejorar las cosas en atención primaria, está en nuestras manos.

Gracias Manuel.


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